Santa Mandra es un grupo formado por cinco jóvenes de La Garrotxa (Àlex Espuña, guitarra y voz; Marçal Bancells, guitarra y voz; Adrià Batlle, sintetizadores y voz; Sara Oliver, batería; y David Vila, bajo) que nace con la necesidad de compartir una propuesta de música propia, fruto del mestizaje entre rock alternativo, pop y electrónica, mezclado con funk, drum&bass e incluso folk. Un proyecto que reivindica y apuesta por la música en directo en catalán como pilar fundamental.
“El cap a la Lluna” (2023) es el primer trabajo de Santa Mandra. Un disco que refleja los miedos, inseguridades, cavilaciones y sueños de sus dos cantantes y coautores, Àlex Espuña y Marçal Bancells. Miedos y sueños que se acentúan cuando los jóvenes abandonan la etapa adolescente y se aproximan inevitablemente a la vida adulta.
Un primer disco autoproducido por los propios Santa Mandra, grabado y mezclado en Joki Records (Sant Climent de Sescebes) de la mano del manlleuense Joan Rota, producido electrónicamente por Joan Borràs (Oques Grasses) y masterizado por Marc Usano, que ya cuenta con más de 250.000 reproducciones en plataformas digitales.
En enero de 2024, Santa Mandra lanza tres nuevos sencillos: “Per fi l’amor no és una merda”, “Una bomba al teu iot” y una versión rock del grupo de pop catalán Manel, titulada “Benvolgut”.
Los tres singles tienen una excelente acogida por parte del público, lo que lleva a la banda a actuar en diversos festivales de la zona como el Strenes de Girona, el Intrèpid de Riudellots o el Portalblau de l’Escala, además de estar presentes en fiestas mayores de la provincia de Girona como las de Pals, Castelló d’Empúries, Banyoles o Sant Pau de Segúries, entre otras.
En 2025, los garrochinos vuelven a la carga con un nuevo trabajo titulado “Fins que porti bastó”, que verá la luz en octubre y se presentará en una gira de otoño por varias salas de Girona, Barcelona, Mataró y otros escenarios del territorio catalán. Este disco quiere llevar la propuesta de Santa Mandra a un nuevo nivel, explorando con mayor intención la mezcla del rock con otros géneros. Sin perder su ADN eminentemente rockero, el grupo se atreve a jugar con nuevos paisajes sonoros: desde el folk tradicional con sac de gemecs en “No tinc respostes”, el funk pop desenfadado de “El pitjor que podia passar”, el pulso electrónico e intenso del dubstep en “Una bomba al teu iot”, o el synth rock de la balada “Quan es fa fosc”. Todo ello se traduce en un álbum más maduro, con letras más comprometidas que las de El cap a la Lluna, pero manteniendo la energía y el espíritu fresco que define al quinteto garrochino.